Una de las claves del proceso de coaching es que no navegamos en el pasado intentando restaurar los errores del ayer, o curando las heridas que nos han ido dejando la vida, sino que nos centramos en el presente, tomamos consciencia del lugar y momento en el que estamos, y a partir de ahí evaluamos nuestros recursos, vemos lo que podemos y queremos hacer con todo aquello con lo que contamos, para proyectarnos hacia el futuro pautando objetivos, metas claras y pasando a la acción para conseguir dichas metas. Solamente, si es necesario, podemos observar algún suceso o pauta de comportamiento y pensamiento del pasado, pero siempre con el objetivo de centrarnos en el presente.
De poco o nada sirve perderse en la historia del pasado, de lamentarse o preguntarse el por qué, y si hubiera hecho esto, o aquello… ésto lo único que produce es un bloqueo en el cual dejamos de vivir el regalo del ahora, para tratar de recuperar tiempos que ya no existen, en los que ya no podemos hacer nada.
No importa lo que hayamos vivido antes, las glorias o fracasos que hayan formado parte de nuestras vidas, eso no volverá por mucho que lo intentemos. Mirar hacia atrás nos impide avanzar, nos mantiene en un sueño, a veces pesadilla, en el que nuestra voluntad parece estar anestesiada por los recuerdos a los que nos negamos soltar.
Sin embargo podemos hacer «click», es una cuestión de consciencia, de responsabilidad y de acción, para despertar y empezar a ser lo que queremos ser. Soltar el pasado es una auténtica liberación, y es posible a través de un proceso de coaching.
Quiero ayudArte, porque en definitiva esa es la labor del coach: el Arte de ayudar a otros a través de un acompañamiento personal.
Alberto Rodrigo