Archivo por meses: diciembre 2014

¿Te has sentido alguna vez derrotado/a?

Probablemente si hiciéramos una encuesta, la respuesta más común a esta pregunta sería: ¡sí! Todos nos hemos sentido así en alguna ocasión, quizás a veces en demasiadas, e incluso puede que en estos mismos momentos estemos viviendo una situación de «derrota». Y lo pongo entre comillas porque a veces no es tanto una realidad como una interpretación del capitulo de la vida que nos toca vivir.

derrotado

Personalmente me ha tocado vivir más de una situación en la que me he sentido derrotado y casi hasta «destruido», a nivel físico, emocional, espiritual… Pero en todas y cada una de esas ocasiones he encontrado un camino de aprendizaje, un para qué, una lectura positiva, una oportunidad de crecimiento, un nueva escuela, ¡unas puertas que se abrían de par en par!

Y desde luego que uno no escogería pasar por un capítulo así en su vida, pero cuando lo miras con tiempo y con amor hacia ti mismo y hacia los demás. te das cuenta que no ha sido en vano.

Cuando tenemos una herida física o una enfermedad, el proceso de curación suele ser doloroso y lleva su tiempo pero al final vale la pena; cuando hacemos una reforma en casa, es tedioso, hay que tirar, destruir, para volver a construir algo nuevo….resulta incómodo. La casa se ensucia, todo está «destartalado», pero es necesario para que el resultado sea el que queríamos: algo  nuevo, más bonito, más funcional.

Incluso cuando se planta o se siembra, hay que remover la tierra, deshacer, para volver a preparar un terreno fértil. Y así ocurre muchas veces en nuestras vidas, es necesario sentirnos derrotados y hasta casi destruidos para que algo nuevo brote (aunque nunca estaremos destruidos, tan sólo es una manera de sentirnos y de percibir los acontecimientos).

He tenido el enorme privilegio de sentir y saber que todo a mi alrededor, y hasta mi propia vida, se hacía pedazos, para más tarde comprobar un nuevo amanecer, reinventarme a mí mismo, levantar mis alas y volver a volar incluso más alto. Y visto con el tiempo, no lo cambiaría, creo que realmente ha merecido la pena…

Déjame sugerirte que si te encuentras derrotado o derrotada, estás en el lugar, en el momento ideal y preciso para llegar a construir algo nuevo y ser quién realmente has sido llamado a ser. Un espacio dónde podrás conectar contigo mismo/a, con tu misión, tu propósito y vivir una vida con pasión.

Te propongo que con esto en mente, escuches este tema que tanto me gusta de Coldplay:

Ánimo y felices ruinas.

Alberto Rodrigo

El dulce sonido de la GRACIA

Me encuentro en el Reino Unido pasando unos días de descanso y aprovechando a escribir. Estoy en un pueblecito pequeño llamado Nether Heyford en el centro de la isla, apartado de la fascínate ciudad de Londres, y disfrutando del paisaje, de las casas rurales con chimenea que conservan ese británico aroma antiguo y cálido que tan bien saben mantener los ingleses…

gracia

Hoy me gustaría jugar con la palabra gracia en todas sus variantes y significados, o al menos en aquellas que encuentro más interesantes. En la cultura en la que vivimos, y en la sociedad en la que convivimos, nos son muy familiares términos y expresiones tales como: ser gracioso, tener gracia, ser agradecidos…

Y me encantaría empezar diciendo que no concibo un mundo sin humor: ser gracioso, hacer gracia… y sin gratitud: ser agradecidos. Creo que estás dos apreciaciones o significados acerca de la gracia son esenciales, nos alegran y mejoran nuestra vida. Pero dejémonos sorprender por otros significados que la Real Academia de la Lengua cita y que quizás no estén “tan de de moda”:

GRACIA:

  • Cualidad o conjunto de cualidades que hacen agradable a la persona o cosa que las tiene. 
  • Atractivo independiente de la hermosura de las facciones, que se advierte en la fisonomía de algunas personas.
  • Don o favor que se hace sin merecimiento particular; concesión gratuita.
  • Afabilidad y buen modo en el trato con las personas.
  • Habilidad y soltura en la ejecución de algo.
  • Benevolencia y amistad de alguien.
  • Perdón o indulto de pena que concede el poder competente.
  • En el cristianismo, favor sobrenatural y gratuito que Dios concede al hombre.
  • Proeza, hazaña, mérito.
  • Auxilio de carácter ocasional dado por Dios a la criatura.
  • La que ayuda a la voluntad cuando esta quiere el bien y lo practica.
  • Dones naturales beneficiosos para la vida, especialmente el aire y el sol.
  • Cualidad estable sobrenatural infundida por Dios en el espíritu.
  • La que, antecediendo al albedrío, cura el alma o la mueve y excita a querer y obrar el bien.

He remarcado en negrita aquellas definiciones que me hacen vibrar y escuchar el dulce sonido de la gracia y me encantaría que cantaras esta suave melodía conmigo. Sobre todo me apasiona la última definición: «La que, antecediendo al albedrío, cura el alma o la mueve y excita a querer y obrar el bien.»

¿Te gustaría hacer de este mundo un lugar lleno de gracia? Yo voy a poner mi parte, tú puedes poner la tuya si lo deseas.

¡Gracias y mucha gracia!

Alberto Rodrigo

Las mejores historias están en la calle

Me he permitido el atrevimiento de tomar prestado el eslogan de la editorial La Calle par dar título a este post. Creo que más que un eslogan o un lema, es el corazón de esta empresa, el alma de esta familia a la que estoy profundamente agradecido por confiar en Marian Frías y en mí para la publicación de nuestro libro «Mucho más que dos». Me siento muy privilegiado y honrado por poder compartir este sueño juntos…

las mejores historias2

Desde muy pequeño siempre me ha gustado mucho la calle, no ponía un huevo en casa, me encantaba y me encanta salir, pasear, observar a las personas y las historias que en ocurren en la calle, pero no desde un punto de vista critico o de juicio, todo lo contrario, desde el aprendizaje y la fascinación de contemplar la enorme riqueza del ser humano. Quizás sea por eso que el universo, los astros, o Dios mismo ha tenido este maravilloso gesto de hacer que esta editorial y precisamente con este nombre, fuera quien arropara, llevara a cabo y mimara de una manera tan excelente nuestro proyecto, que más que proyecto consideramos nuestro sueño y hasta nuestro bebé.

Recuerdo que con apenas 6 o 7 años paseando por las calles de Burgos con mi mamá, me fijaba muy atentamente en los rostros de la gente, de los otros niños, y de los adultos… imaginando historias, relatos, vidas reales de personas cuya «energía» podía captar solamente conectando con la mirada. Lo mismo me pasó cuando conocí a Marian, no hicieron falta muchas palabras, tan sólo una mirada, y esa capacidad de ver por dentro y comprender, empatizar, conectar con el alma de la otra persona, saber que había algo en común que teníamos que sacar a la luz.

Otra conexión que marcó y me premió fue la que sentí con Jon, el amor de mi vida en una fría noche de enero en Vitoria. Aunque hablamos bastante, realmente fueron sus ojos, su mirada, la que conquisto mi alma, y esa sensación de que «todo está bien» cuando nuestros ojos se buscan, se encuentran y somos capaces de hacer el amor con la mirada (¿sabías que se puede?).

De adolescente y en mis primeros años de juventud, siempre me gustaba estar en la calle, conocer a gente nueva, empaparme de todo lo bueno que podía aprender de ellos, y dejarme fascinar por las historias sencillas, cotidianas, pero no por eso menos profundas y mágicas que ocurren cada día cuando abrimos nuestros ojos y nuestro corazón.

Durante otra época de mi vida me dediqué a ayudar a personas que literalmente no tenían más que la calle como hogar y lugar de refugio. Recuerdo muchos fines de semana en las plazas de Picadilly Circus y Trafalgar en Londres, hablando con los «sin techo» y ofreciéndoles alojamiento, comida, aseo y hasta una posibilidad de trabajar y construir una nueva vida. Algo que me llenaba de satisfacción. Personas a los que muchos miraban con miedo, asco, desprecio; y otros con amor, compasión…

Es en la calle dónde he aprendido casi todo lo que sé y soy ahora mismo, y es ahí donde quiero seguir aprendiendo y por lo que me dedico a lo que me apasiona: acompañar a personas que cómo tú y como yo, cada día se aventuran a salir a «La Calle».

Alberto Rodrigologo la calle1