Por regla general me gusta poner el foco en todo aquello que me hace sonreír, que me levanta de la cama, aquellas pequeñas o grandes cosas que me aportan felicidad, bienestar… y créeme que son muchas. Uno de los comentarios que más a menudo hacen aquellos que me conocen bien es que soy muy positivo, o que parece que todo lo veo de color rosa y multicolor. Como si no fuera consciente de las cosas desagradables, duras o difíciles que a veces nos rodean o nos tocan vivir incluso en mis propias carnes. Por su puesto que lo soy, pero he de decirte que también me ha tocado pasar por valles muy oscuros, sombríos, donde las montañas eran tan altas que ni mirando hacia arriba o hacia el frente era capaz de percibir un ápice de luz. Pero yo seguía caminando, no quedaba otro remedio (o sí, aunque mi decisión era clara: confiar y avanzar hasta el final), seguía caminando y aprendiendo en mi subconsciente que lo más importante es el Amor y la Luz que nos rodea y que cada persona tenemos la capacidad de trasmitir. Experimentando la mano de un Dios real que me acompañaba y acompaña en el camino. Algunos de vosotros lo llamaréis energía, universo, vida… da igual.
Sea como sea, cuando estás en la más posible soledad humana, tras una ruptura dolorosa, un rechazo devastador, o en la UCI sintiendo que tu cuerpo físico vale muy poco, que es tan vulnerable, débil… o cuando éste cuerpo ha sido manipulado y literalmente cortado, tras una intervención altamente invasiva, es cuando sientes todo esto y te sientes hueco, solo, cansado, débil, y sí, triste, muy triste, por qué no decirlo.
Entonces es cuando notas cómo alguien coge tu mano, y te acompaña a través del dolor, del sufrimiento, de la soledad. Y te das cuenta de que todo tiene un sentido, que algo interior se despierta y te hace entender que hay algo más. Es entonces cuando entiendes el significado completo de lo que es un amanecer, uno de esos que has visto cualquier mañana de primavera o verano y que te han hecho sentir algo indescriptible… y que ahora cobra sentido. Es entonces cuando te das cuenta de por qué lloraste aquella vez que viste ponerse el sol en ese maravilloso rincón de la isla de Ibiza (o cualquier otro lugar especial para ti). Cuando encuentras el propósito, tu identidad, tu esencia y la misión para tu vida. Y una pasión envuelve todo tu cuerpo físico y hasta tu alma, siempre de su mano, llevándote al hogar, al lugar dónde quieres estar: Un espacio real y a la vez mágico de quietud, de descanso, de paz, de alegría, de sentido, en el que comprendes que TODO ESTÁ BIEN.
Al.
Alberto Rodrigo
(Te invito a ver este vídeo de Beyonce y poner melodía a lo que acabas de leer)