Cuando las cosas parece que no van bien, o en efecto todo evidencia que no estamos pasando por la mejor etapa o momento de nuestra vida, nos sentimos como si lloviera sobre nosotros de manera intensa o como si la luz del sol se hubiera ocultado, nos parece que todo se oscurece… Algunos podríamos describirlo como una pesadilla – es imposible que me esté pasando esto a mí – Quizás nunca te hayas sentido así, pero te aseguro que es algo por lo que todos pasamos o pasaremos en alguna momento de este maravilloso viaje llamado VIDA.
Desde pequeños nos enseñan a luchar, a ser fuertes, a resistirnos, a pelear… pero no se nos enseña a «bailar bajo la lluvia», a aceptar lo que es, lo que no tiene nada que ver con resignarse.
Me encanta bailar, bailar pero sin normas, sin coreografías pautadas. Me encanta poner música a tope y crear mi propia coreografía, mi propia vida. Recuerdo cuando tenía unos 16 años en el examen final del primer curso de la escuela de teatro de Burgos en la que me formé, jugué y experimenté tanto… nos pidieron elegir una canción, hacer una coreografía con ella e interpretarla uno mismo, entre otras cosas. Yo escogí la canción de U2 «Where the streets have no name» (Dónde las calles no tienen nombre) ¡Qué pena no haberlo grabado en vídeo! Me encantaría poder verme ahora ahí, en medio del escenario, con un pantalón negro, camiseta blanca y una gran tela ligera de color blanco bailando esta canción con mi propia coreografía. No tenía prejuicios, miedos ni sentido del ridículo. A pesar de ser un examen final me lo tomé como una oportunidad para sentir, comunicar, expresar y transmitir al público lo que este tema me provocaba interiormente. Vibré, casi volé, y aunque seguramente baile técnicamente bastante regular o mal, lo importante es que era creíble porque era real y eso lo hizo hermoso.
Y te preguntarás por qué te cuento este episodio de mi vida, yo me pregunto lo mismo, simplemente me ha venido a la mente mientras escribo esto y como me gusta fluir y seguir mi intuición pues lo he escrito. Seguramente al final le podamos encontrar el sentido juntos…
Hace 6 años, y después más recientemente, me encontré en uno de esos momentos que describía al principio, donde parece que la vida te está tomando el pelo, o cuando sientes que todo se para, que el mundo se ha quedado sin pilas. Algunos de vosotros/as quizás lo viváis al revés y contempláis que el mundo sigue su curso, y sin embargo estáis paralizados/as por el horror, el terror (ya no el miedo), de lo que os está sucediendo o por la noticia que os acaban de dar.
Aprendí mucho en ambas ocasiones y sencillamente me gustaría compartirte qué es lo que me ayudó a salir de aquella tormenta. Y como soy coach y nos encanta hacer listas y estas cosas, lo desarrollaré en 5 puntos importantes:
- Baila. La mejor manera de superar una tormenta es bailar bajo la lluvia, no resistirse o intentar protegerse o esconderse y mucho menos luchar.
- Abraza. «Abraza lo que es», lo que está sucediendo, como un camino de aprendizaje, un regalo, una oportunidad de cambio, de crecimiento.
- Da gracias. Una actitud de agradecimiento hará que cambie el «escenario» por completo. Puedes estar viviendo algo muy duro, pero la gratitud será como un pincel que dará color a esa película en blanco y negro en la que te encuentras.
- Sonríe. Una sonrisa puede cambiar las emociones y sentimientos que están ocurriendo en tu interior y en el interior de aquellos/as que reciben esa sonrisa.
- Ama. Ya sé que ésta debería haberla colocado la primera en la lista, porque es el motor, el denominador común, la fuente de energía para todo lo anterior. Ámate a ti mismo/a, a aquellos que te rodean y ama la vida.
Recuerda que tú eres el/la interprete y coreógrafo/a de tu propia vida. Eres tú quien decide qué melodía poner en cada momento y cómo bailar sobre ella.
Te aseguro que en los episodios difíciles, duros, dolorosos… intentar luchar contra ello o tratar de ser un titán, sólo aumentará el nivel de estrés y te restará energía.
Ahora te propongo un ejercicio:
Piensa en una canción que te guste, ponla al volumen que desees, escúchala con los ojos cerrados, permitiéndote sentir todo aquello que te transmita y con los puntos que acabo de mencionar en mente. Después vuelve a escucharla, quizás con más volumen y baila, baila, baila…
Alberto Rodrigo