Aquí estoy en la tarea de descubrir o, mejor dicho, identificar la “peor” versión de mí mismo. Porque si hay algo que quiero ser es real, encontrar mi verdad, esa que define lo que soy a través de mis acciones, de mis incoherencias, de mis omisiones, pero también a pesar de ellas y por encima de ellas.
Recuerdo que el primer taller que impartí cuando empecé en el mundo del coaching y del crecimiento personal fue “Cómo obtener la mejor versión de mí mismo”. En él proponía que todos tenemos una mejor versión a la que podemos acceder y “actualizarnos” para llegar a ser la persona deseada que alcanza sus objetivos, vive de acuerdo con sus valores y desarrolla su misión personal de vida en este mundo. Y no voy a ser yo mismo quien me contradiga, ¿o sí? porque la realidad es que he llegado a saturarme, estresarme y hasta perderme en este viaje de ser “mejor” persona.
Siempre me gusta decir que soy más “malo” y más “bueno” de lo que parezco, y esto se lo digo a personas que me conocen bastante bien, o que por lo menos han pasado el suficiente tiempo conmigo para poder describirme.
Y me gusta escribir en primera persona, no desde el ego, que también (esto lo he descubierto en mi viaje hacia mi “peor” versión), sino desde la vulnerabilidad, la empatía y la esperanza de que tú que estás leyendo esto puedas sacar algo de provecho para ti.
¿Por qué tenemos que obsesionarnos con ser solamente nuestra mejor versión? ¿Qué pasa con todo lo demás que también forma parte de nuestro ser y nuestra esencia?
No podemos dar aquello que no tenemos y tampoco sería ético ni saludable crear expectativas y presión en los demás para que evolucionen hacia lo mejor omitiendo la cara “b” de la moneda, porque, ¿qué es lo mejor?
Aquí es donde me paro, me observo, aprendo de mi dualidad, esa que hace que un día me sienta fenomenal y al día siguiente miserable; pero sí, ese soy yo, el pack completo, y no quiero dejar de serlo, prefiero abrazarlo versus aceptarlo, integrarlo versus resistirlo, reconciliarlo en vez de recriminarlo…
En este viaje en el que estoy reconozco mis valles, mis cumbres, mi integridad, mi incoherencia, mi fortaleza, mi vulnerabilidad, mi bondad, mi egoísmo, mis dudas, mi fe, mi perseverancia, mi inconstancia, mi atrevimiento, mi timidez, etc. Todas esas cosas me componen como persona y no quiero esconderlas, reprimirlas ni mucho menos aparentar lo que no soy.
En esta peor versión de mi mismo es desde dónde y cuándo conecto con mi misión, mi visión, mi identidad, mis valores y mi verdad; una verdad que me libera y que a veces me hace daño, me produce dolor. Una verdad que no es estática o inamovible, precisamente por ser verdad.
Y es entonces, cuando me rindo (no de rendirse, sino de vencer mi propia resistencia, de respetarme a mí mismo, de producir), cuando me veo y quiero tal y como soy.
Dicen que la victoria más bonita es vencerse a uno mismo y en ello estoy… cuando lo logre quizás me dé cuenta de que lo que creía ser mi peor versión es parte de mi mejor versión.
Alberto Rodrigo