
¿Formamos parte de un todo o somos seres completamente independientes? ¿Cuáles son las diferencias entre unidad y uniformidad? ¿Podemos vivir aislados de la sociedad, o por el contrario estamos diseñados para compartir?
Así como el ser humano se compone de espíritu, alma y cuerpo, y estos tres están totalmente conectados e influyen el uno sobre el otro, podemos también sugerir que como sociedad formamos parte de un sistema, en realidad de varios sistemas. La cualidad de estos sistemas es que cada miembro que forma parte de ellos tiene una influencia sobre el resto, lo que debe ser potenciador y repercutir en beneficio del sistema o sistemas.
Necesitamos relacionarnos e interactuar, también necesitamos sentirnos parte de algo, de un todo, y esto no sólo a nivel social, sino a nivel espiritual. Es algo que nos proporciona un sentido de pertenencia, nos da una identidad, un propósito. Esto no quiere decir que todos tengamos que sentir ni hacer lo mismo, es más, la clave reside en que cada cual encuentre su lugar en ese todo, con su esencia personal e independencia, pero a la vez ser capaces de vibrar o latir como un solo corazón.
Uno de los ingredientes principales para que se dé esta magia es la comunión, es decir la común unión de diferentes partes que componen algo más grande. De la misma forma que el cuerpo humano tiene millones de células que lo conforman y que cumplen cada cual su función, así podemos sugerir que la sociedad está compuesta por millones de personas con la capacidad de constituir algo realmente armónico.
La idea del cuerpo con sus células y a la vez sus diferentes órganos y miembros realizando su función específica nos da idea de la coherencia y de la coexistencia que podemos vivir unos con otros independientemente de nuestras creencias, valores y función específica.
¿Qué parte del cuerpo seres tú? ¿Quizás seas un órgano, una célula, un brazo, una pierna…? Sea cual sea tu papel, eres importante, muy importante para el buen funcionamiento del sistema orgánico de la sociedad. Esto nos libera de la comparación y nos hace comprender que podemos componer un cuerpo, un alma y un espíritu, siendo libres e independientes y manteniendo nuestra propia esencia. Recuerda que cuando fuiste creadx se rompió el molde y no hay nadie como tú.
Alfredo Abad, pastor de la Iglesia Evangélica Española nos acompaña para hablar de este y otros temas.