Los armarios son para guardar objetos, utensilios, herramientas, documentos, etc., pero nunca para las personas. Sin embargo, vivimos en una sociedad heteronormativa que implica que las personas no heterosexuales aún tengan que “salir del armario” para poder ser ellxs mismxs, en diferentes contextos. Las empresas es uno de estos escenarios en los que se está trabajando para que la diversidad del colectivo LGTB no sea un estigma sino un valor añadido.
A menudo se dice que hay que separar lo personal de lo profesional, y esto es algo válido hasta cierto punto. Pero por otro lado hay que tener en cuenta que pasamos al menos ocho horas diarias en nuestro entorno laboral y que por encima de ser profesionales, operarios, trabajadores, etc., somos personas, seres humanos y no podemos disociarnos de esa parte si queremos tener una vida personal y laboral saludable. No se trata de contar nuestra intimidad a todo el mundo, pero sí de no tener que hacer malabarismos para ocultar una parte tan natural e importante como es nuestra orientación sexual, por miedo a ser rechazados o incluso despedidos.
Afortunadamente ya hay un importante número de empresas, compañías y organizaciones que cuentan con programas de diversidad y ven los beneficios que estos programas aportan atrayendo más talento.
Muchas empresas están siendo responsables con la diversidad, conscientes de que un compromiso activo en este aspecto revierte en la productividad, creatividad e innovación de la empresa y mejora las relaciones interpersonales, creando un clima de confianza y de respeto, aparte de ser un derecho humano básico.
Hablamos con Lourdes Cubero, mujer lesbiana y casada. Trabaja en una multinacional española en el sector de las Telecomunicaciones y nos cuenta cómo ha transitado personalmente su salida del armario en el ámbito laboral.
Alberto Rodrigo