Tengo la convicción de que hemos sido diseñados para compartir y conectar con otras personas, con la naturaleza, y con todo aquello que no somos capaces de definir muy bien: sea el amor, las emociones, la energía… todo lo que nos rodea física y espiritualmente. Lo que ocurre es que a veces nuestras experiencias pasadas, el miedo al rechazo, al abandono, a ser decepcionados, a no «estar a la altura», y otros obstáculos más, nos bloquean y hacen que nos aislemos cerrándonos al amor y a la común unión.
Recientemente he tenido el placer de asistir y experimentar un Retiro para la Comunidad LGTBI+ organizado por Fabri Orlandi en el que hemos dedicado tres maravillosos días para hacer una parada, compartir, sentir, experimentar, cuidarnos, hacer ejercicio, aprender, jugar, promover la vida saludable, y sobre todo, experimentar un sentido de comunidad fuera de etiquetas, juicios, comparaciones o rivalidades.
Se podría pensar que un retiro de fitness y en un colectivo tan concreto como es el LGTBI+, sería algo muy frívolo, lleno de postureo, elitista y que se centraría en el culto al cuerpo. Nada más lejos de la realidad, si ha habido algún tipo de culto o, mejor dicho énfasis, éste ha sido hacia la salud integral de la persona, nutriendo no solamente lo que tiene que ver con lo físico, sino también con nuestro «hogar interior», las necesidades más profundas y relevantes del corazón y del alma.
No es fácil lograr lo que Fabri y su equipo han creado a través de este retiro (él diría que no lo ha logrado él, sino todos los participantes), pero lo cierto es que él ha tenido la visión y el sueño de hacerlo posible, implementado un elemento esencial: la pasión, y eso se nota. Desde el minuto cero te queda muy claro que por encima del evento, cuya organización es excepcional, están las personas. Por lo que se consigue un espacio AMABLE inclusivo en el que cada persona, independientemente de su perfil, edad, cultura, gustos, estilo, etc… son parte de un maravilloso cuadro, de una obra de arte, que como si de un puzzle se tratara, se va formando de manera orgánica a lo largo del retiro.
Y aunque yo use la imagen del puzzle para ilustrar esta idea, donde varias piezas son necesarias para completarlo, sin embargo el foco no está en «encajar», ya que la diversidad y riqueza de cada ser humano trasciende a los moldes, las etiquetas, los formatos y las estructuras, algo maravillosamente libre, creativo y sin límites.
En este retiro no hace falta ser más que ser uno mismo, y a partir de ahí, tomar responsabilidad para cuidarse y dejarse cuidar y querer. Gracias Fabri Orlandi por facilitar un espacio así.
Alberto Rodrigo