Si algo he descubierto durante los últimos meses, casi año, es la importancia de vaciarse, porque sin vacío no podemos ver el fondo, y es justamente el fondo lo que sostiene y acoge aquello que realmente somos.
Y no creo que sea tanto una cuestión de vaciarse para dejar espacio para lo nuevo, a veces sí. Más bien pienso que consiste en abrazar ese vacío, observar y agradecer nuestro fondo. Sólo así seremos capaces de servir, que es la clave perfecta del bien-ser, de la armonía, del amor, la compasión y la alegría: Comunidad.
Buscar lo que nos une, no lo que nos divide. Esa es la verdadera revolución. Cambiar nuestra mentalidad para sanar nuestro corazón y ser levadura en la masa, no «bombas» de destrucción masiva.
Porque creo que si estamos llamados a algo y si algo nos da sentido y nos construye, es precisamente despojarnos de nuestras «vestimentas» y roles, y agacharnos para lavarnos los pies los unos a los otros. Esto sí que es revolucionario y ser rebelde.
Rebelde porque no piensas igual que ayer. ¡Y qué más da! Eso quiere decir que estás vivo y que estás moldeando tu corazón.
¿Cuál es tu fondo? ¿Cuál es mi fondo?
Alberto Rodrigo.